miércoles, 25 de noviembre de 2015

Pero es necesario que los padres se esfuercen por conocer el mundo digital y que

valoren la importancia que tiene la educación para que los hijos hagan un uso adecuado de

las TIC.

Debemos ser capaces de concienciar a las nuevas generaciones de la

responsabilidad que implica el uso de estos medios digitales. Los soportes electrónicos son

un buen vehículo formativo si los padres enseñan, educan y acompañan a sus hijos. Este

seguimiento es especialmente importante, ya que un buen rendimiento escolar tiene

relación con la utilización adecuada de tecnologías. En este sentido, la familia tiene un

papel fundamental en la formación para el uso y el consumo de las mismas.

Asimismo, se ha demostrado la importancia de una buena comunicación familiar

que sea positiva y estimulante. Los estilos de crianza negligentes, las críticas excesivas y

las continuas quejas hacia la conducta de los hijos se relacionan con un uso abusivo de

tecnologías.

También sería preciso paliar las diferencias entre unos adolescentes y otros en la

capacidad para poder adquirir tecnología y en la formación para su uso, si aceptamos que

los que queden alejados de ellas podrían tener dificultades en un futuro.

Llevamos el tiempo suficiente utilizando las nuevas tecnologías para saber que

tienen un potencial educativo impresionante y que nos han facilitado la vida en muchos

aspectos, pero también sabemos que no están exentas de riesgos. En este punto, tenemos

que ser rigurosos, pero sin que ello suponga utilizar tonos alarmistas. De hecho, los

adolescentes que tienen un comportamiento adecuado en el mundo real lo tendrán en el

mundo virtual, y al contrario.

Los agentes de socialización, del mismo modo, han que esforzarse por educar y

ofrecer posibilidades para que los adolescentes tengan un ocio más rico y diverso. Es

indispensable enseñarlos a gestionar adecuadamente su tiempo libre. En numerosas

ocasiones, las horas que pasan ante las pantallas anulan otras actividades que pueden

resultar muy enriquecedoras.

Hay que tener en cuenta, de cara a la prevención, que las formas de vida sanas,

típicas de la mayoría de los adolescentes de 13 años, empeoran hacia los 15 y 16 años,

edades en las que se consumen más tóxicos (fundamentalmente, alcohol).

En nuestro estudio, hemos encontrado que aquellos que abusan más de los soportes

electrónicos también consumen alcohol de forma excesiva.

Finalmente, queremos resaltar la importancia que ejercen algunas variables de

personalidad en la conducta de abuso. Identificarlas precozmente y modelarlas para evitar

que sean perjudiciales en un futuro es un reto educativo tanto para padres como para

profesores.


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