miércoles, 25 de noviembre de 2015

CONCLUSIÓN

Se ha dicho reiteradamente que vivimos en una sociedad que se caracteriza, entre
otros aspectos, por su carácter de globalidad y por el ritmo vertiginoso de sus cambios.
Un suceso que ocurra en cualquier parte del mundo es conocido prácticamente de
forma instantánea en el resto de los países. Toda decisión de cierta envergadura, sea
política, económica o social, afecta a la comunidad internacional en su integridad. Y tales
decisiones pueden ser adoptadas por personas o grupos con los que puede que no exista
ninguna vinculación directa ni dependencia y que se encuentren a miles de kilómetros de
distancia. Las determinaciones de estas personas o grupos tienen repercusión internacional
y ahí, precisamente, radica su grandeza y servidumbre.
Por otro lado, la posibilidad de comunicarnos con ciudadanos del otro extremo del
mundo es factible en cuestión de segundos, algo que hace unas décadas parecía asunto de
ciencia ficción.
El acceso a la información, a través de un simple movimiento de nuestros dedos,
ofrece tantas alternativas que es preciso saber seleccionar entre lo que tenemos a nuestro
alcance. Pero discernir entre unas alternativas y otras cuestiones no es tarea fácil ni se
adquiere por ciencia infusa. Y si para un adulto es complicado asumirlo y requiere
ejercitarse en su uso, no desdeñemos ni infravaloremos la dificultad que entraña para un
adolescente que, además, se encuentra en pleno proceso madurativo.
Pero aún hay más. La rapidez con que estamos sometidos a los avances
tecnológicos hace que cualquier logro en este campo se quede obsoleto en un plazo de dos
o tres años y sea ampliamente superado por nuevos instrumentos. En una sociedad tan
cambiante y en la que los valores son tan a menudo minusvalorados o cuestionados es
preciso actuar con prudencia y, a la vez, con decisión.

Por ello, es preciso que la sociedad en general, pero de una manera más directa la

familia y la escuela, tomen conciencia de este fenómeno, asumiendo las responsabilidades

que les incumben y dotando de la formación y de los mecanismos necesarios a los más

jóvenes para que estos hagan un uso correcto y adecuado de las tecnologías para

beneficiarse de los muchos aspectos positivos que conllevan y para evitar y minimizar sus

riesgos.
 

 

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