viernes, 20 de noviembre de 2015

Papel de la escuela como impulsor del uso adecuado de tecnología y como contexto

 
 
 
Ante la avalancha de información que los adolescentes pueden encontrar “a un

clic” de distancia, es indispensable enseñarles a hacer una gestión adecuada de la misma y


ayudarles a desarrollar un pensamiento crítico.

Además, nos encontramos con una sociedad en permanente cambio que demanda

personas flexibles, creativas y adaptables y, para ello, es necesario educar a las nuevas

generaciones en la cultura digital y ayudarles a adquirir las competencias necesarias para

poder integrarse con éxito en un entorno que demanda este conocimiento.

Por esto, la escuela debe promover el uso responsable y, a la vez, transmitirles las

indudables ventajas que potencialmente ofrecen las TIC y esto es todo un reto educativo.

Para Sádaba (2012) es necesaria una visión de conjunto, a medio y largo plazo, de la que

los menores carecen por edad, para entender el verdadero potencial de la tecnología. En

este proceso, el papel mediador del educador es imprescindible.

Como sabemos, la labor docente está condicionada muchas veces por la situación

económica y política. Así, en los últimos años, se han puesto en marcha diferentes

proyectos para dotar a las escuelas de equipos informáticos y conexiones a internet que

permitan incorporar estas herramientas a la tarea educativa con la idea subyacente de que,

al igual que sucede con la inmersión lingüística, la única manera de aprovechar todo el

potencial que las TIC nos pueden ofrecer es utilizándolas cotidianamente.

Pero que exista un fácil acceso es condición necesaria, aunque no suficiente, para

que la tecnología en la escuela responda a las expectativas existentes. No nos podemos

quedar en la simple virtualización de lo presencial. Además de saber manejar el ordenador

es necesario analizar para qué utilizarlo. El proceso de integrar las tecnologías a la cultura

escolar es muy complejo.
Los adolescentes están acostumbrados a usar las TIC de una manera dirigida

completamente por ellos, explorando y muy encaminada a identificar el ordenador con el

tiempo de ocio. En cambio, la enseñanza en el aula está orientada a conseguir unos

objetivos previamente definidos.

Desde un punto de vista pedagógico, la tecnología puede contribuir a transformar

los sistemas escolares en un mecanismo mucho más flexible y eficaz, pero es muy

complicado integrarla de forma compatible y consistente con los actuales modelos y

métodos de enseñanza (Pedró, 2011).

La escuela, hoy por hoy, es una institución demasiado rígida y esto no favorece la

integración creativa de las tecnologías, aunque debe reconocerse que es complicado

reestructurar el sistema para adaptarse a esta nueva cultura.
 

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